domingo, 10 de julio de 2011

Pasión por el futbol



Nuestro compañero Antonio García, profesor de Lengua y literatura durante este curso 2010-2011, ha realizado un relato colectivo con sus alumnos de 1º ESO A titulado "Pasión por el fútbol" que publicamos a continuación.



PASIÓN POR EL FÚTBOL
escrito por alumnos de 1º ESO A



Era una tarde nublada. Antonio, un chico de doce años que vivía en Vecindario, se dirigía al entrenamiento de fútbol caminando, cuando se encontró con Alfonso, su compañero de equipo. Poco más tarde, Alfonso se fue. Antonio siguió caminando hasta llegar al campo: era su primer día.

            Comenzó el entrenamiento, pero no veía a Alfonso. Entonces se dio cuenta de que todos sus compañeros eran mayores que él.

(Marco)


            Resulta que Antonio se había equivocado de categoría. Pero no dijo nada porque no estaba seguro y le daba vergüenza. Hizo toda la sesión y el entrenador no se dio cuenta.

            Después de hacer todo el entrenamiento, empezaron a jugar. Formaron los equipos y, a pesar de ser más grandes que él, jugaban fatal. Gracias a que le tocó de portero, no le marcaron ni una.

            Cuando se acabó el partido descansaron diez o quince minutos. Empezaron a jugar uno nuevo y le tocó de delantero. Así marcó cinco goles y el otro equipo uno (quedaron cinco a uno).

            Terminó la sesión e hicieron un estiramiento final. Y antes de que se fueran todos los jugadores, el entrenador se acordó de pasar lista para ver quién faltaba.

            Mientras pasaba lista, Antonio saltó de repente y dijo:

- ¡A mí no me has nombrado!

- Espera que termine.

- Perdón, vale.

Cuando el entrenador terminó de pasar lista, volvió a hablar:

- Todavía no me has nombrado.

- ¿Cómo es tu nombre?

- Antonio Zerpa Suárez.

- Vale, espera un momento –vuelve y dice: - A ti no te toca en esta categoría. Te toca en una menor.

(Paula)


            Él estaba contento porque le habían dicho de qué categoría era: infantiles.

            Al siguiente día no tenía entrenamiento e hizo un trabajo en clase de Plástica. Al otro, fue al entrenamiento, calentaron, corrieron y jugaron un partido. Quedaron empatados, cuatro a cuatro, y el entrenador dijo:

            - Mañana a las diez en el campo de fútbol.

            Así que un día después era sábado y jugaron contra el Guayadeque. Ganaron por tres a cero.

            Todos estaban contentos. Los goles los marcaron: Víctor, en el minuto 10, Antonio, en el minuto 32, y Brando, en el 80.

            Antonio se despidió de sus compañeros, se fue a su casa a las 13:30 horas e hizo los deberes, merendó, vio la televisión, cenó y se acostó.

(Jorge)


            Llegó el lunes por la mañana. Desayunó y se fue a la escuela. Al llegar, todos sus amigos y compañeros no hacían otra cosa más que hablar del partido: dentro de la clase, en el recreo, en el comedor, etc.

            Al volver a su casa y abrir la puerta, su madre le había preparado una pequeña fiesta con Alfonso y todos sus otros amigos: comieron pizza, bebieron refresco, jugaron a muchos juegos, cantaron, bailaron, etc. Es decir, hicieron lo que se suele hacer en las fiestas. Después, él y sus amigos decidieron ir a dar una vuelta con su perro. Cuando regresaron a la casa, las madres de sus amigos fueron a recogerlos.

            Antonio decidió no acostarse tarde para el día siguiente, después del colegio, poder ir con energía al campo de fútbol y entrenar.

            La madre lo despertó a las ocho. Él se preparó, desayunó y se fue a la escuela. Estaba nervioso porque tenía un examen de Matemáticas.

            Al final, el examen de Matemáticas le salió muy bien y él estaba contento. Cuando se terminaron las clases, Antonio fue al entrenamiento y se lo pasó muy bien jugando con sus compañeros.

(Mila)


            Notó que todos estaban con una mirada quisquillosa, hasta el mismo entrenador. Y él se preguntaba: “¿Lo estaré haciendo mal?”.

            Pero al finalizar el entrenamiento, el entrenador se acercó a él, le dio dos palmadas en el hombro y le comentó en voz baja:

            - Eres todo un campeón.

            Al volver a su casa, su madre le había preparado su plato favorito para cenar: filete de ternera con papas; y mientras comía, le preguntaba con mucho interés cómo le había ido el entrenamiento. Y él se volvió a preguntar: “¿Por qué está todo el mundo interesado en mí?”.

            Cuando terminó de cenar, fue a ducharse y a dormir. La semana pasó deprisa, estudiando y entrenando. Una mañana, al despertarse, se sintió especialmente feliz: ¡era sábado!, y tenía un deseo incontrolable de realizar alguna acción especial para sus padres. Y como él se había levantado el primero… ¡se le ocurrió preparar una tarta!

(María)


            Para poder realizar la tarta miró en el libro de recetas del estante del salón, que estaba lleno de polvo y telarañas. Y Antonio pensó:

            - ¿Pero cuánto tiempo habrá estado esto aquí?

            Cuando lo cogió, lo limpió y empezó a buscar la receta de una tarta de chocolate con nueces, pero solo había de fresa con nata, y a él no le gustaba la fresa con nata. Entonces se le ocurrió una idea: hacer la misma receta pero con el chocolate y las nueces.

            Empezó a hacer la masa de la tarta. Programó treinta minutos en el horno. Cuando pasaron los treinta minutos, sacó la tarta sin acordarse de coger los guantes y se quemó todos los dedos y a la vez tiró la tarta al suelo. No le daba tiempo de hacer otra, así que fue a la pastelería sin olvidarse antes de ponerse unas tiritas en los dedos.

            Al volver de la tienda, sus padres no se habían levantado. Y menos mal, porque el piso había quedado hecho un asco. Lo intentó barrer, pero se le quedó el cepillo pegajoso y no había otra solución que cogerlo con las manos.

            Cuando ya por fin se levantaron sus padres les dijo que había preparado la tarta él solo, y a los padres les extrañó porque lo máximo que Antonio había cocinado hasta entonces era un huevo frito. Ya eran las nueve. Sus padres se quedaron boquiabiertos. A pesar de todo se lo agradecieron, aunque después recibió una gran bronca por parte de su madre porque había más cacharros dentro del fregadero que en los cajones de la cocina.

(Eva)


            Cuando empezaron a desayunar su padre no se encontraba muy bien, y unos minutos después se desmayó y fue ingresado en el hospital.

            El niño, ante lo sucedido, se sintió culpable. Tras unos días de reflexión, decidió dejar el fútbol. Su padre, que estaba al tanto de la situación, le pidió que lo visitase. Durante la visita, padre e hijo hablaron durante horas. Su padre le pidió que no abandonara el fútbol, ya que su enfermedad no tenía nada que ver con él.

            Por todo ello, Antonio decidió seguir en el fútbol como homenaje a su padre. Su primera victoria después de lo sucedido se la dedicó a él, el cual, ya recuperado, lo celebró en el campo junto a su hijo.

            En su tiempo libre, aprovechó para entrenar a otros niños y niñas más pequeños que él. Y así se empezó a formar como futbolista y a la vez como entrenador.

(Nahuel)


            Tras muchos partidos, Antonio tenía a toda su familia y amigos contentos, porque había llevado al equipo hacia la victoria. Quedaba solo un partido que tenía que ganar sí o sí. Solo faltaban tres días y Antonio estaba muy nervioso, creía que haría algo mal y lo fastidiaría por completo. Pero su familia y todos sus amigos tenían confianza en él.

            Antonio en esos tres días curiosamente tenía tres exámenes: uno el miércoles, otro el jueves y el último el viernes. Todos los aprobó con muy buena nota, y eso fue lo que le animó a tener confianza en sí mismo.

            Llegó el gran día para él. Desayunó hasta no poder más, esperó y esperó hasta que ya era hora de ir al campo de fútbol. Fue con su padre que lo animaría hasta la muerte.

            Empezando el partido, el equipo de Antonio ya había tenido tres oportunidades de gol. La grada estaba ardiendo. Nadie sabía cuándo marcaría el equipo. En ese momento, y sin previo aviso, Antonio se hizo con el balón, regateó a tres jugadores del equipo contrario y… ¡gol! No fue el único gol: hubo uno más que fue de su amigo Alfonso, otro golazo. Al terminar el partido, lo primero que hizo Antonio fue ir a celebrar el triunfo con su padre, que estaba muy orgulloso de su hijo.

(Juan Miguel)

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